09 febrero 2015

13. Recuerdos de la aventura de la construcción de la presa de La Serena



Todo comenzó el otoño del año 1984.  Llevaba ya tiempo trabajando en diversas obras en las tierras extremeñas cuando me llamaron con urgencia desde nuestro estudio de servicios de  Madrid para visitar el emplazamiento de una futura presa. Al llegar, con la información suministrada, encontré un sitio oculto bajo una lámina de agua de 35 metros, en un paraje desértico dentro un mar de pizarras.



Sugerí que quizás los planos de la ubicación estuviesen equivocados. No era así: se trataba de “construir una presa dentro de un embalse en explotación”. Lo primero que me vino a la mente fue la escena del paso del Mar Rojo del pueblo hebreo en la película “Los 10 Mandamientos “. Por desgracia, nuestros poderes eran infinitamente más limitados que los de Moisés.

Indagando sobre el origen de aquella idea, descubrí la historia del ingeniero encargado de la explotación de la presa del Zújar quien, harto de ver pasar agua por el aliviadero, tomó la tarea de buscar una solución para incrementar la capacidad de almacenamiento del embalse. A pesar de todos los estudios realizados durante el estudio de hidrología, la capacidad era claramente insuficiente; la escorrentía de la cuenca, la aparición de las borrascas entrando por el Golfo de Cádiz y el mismo trazado del río avalaban la gran variabilidad de los caudales que justificaban la ampliación de su capacidad. Tras el estudio de diversas posibilidades se diseñó una cerrada dentro del embalse. La ubicación y la cota del futuro embalse no afectaban a ningún núcleo de población, y ya se adivinaba la magnitud de los caudales registrados, que podían haber ayudado a configurar el valle y definir los asentamientos urbanos.

En la foto que se acompaña se observa el puente realizado en los años 20; en el expediente que se desenterró de la Jefatura de Carreteras de Badajoz respondía  a un concurso de proyecto y obra. La resolución se obtuvo  premiando el  diseño que, aún con menor cuantía de materiales, obtenía idénticos resultados de resistencia y funcionalidad. 

El Ingeniero en cuestión fue D. Manuel Barragán, autor del Proyecto y Director de las obras, cuya labor  fue reconocida mediante la concesión de la Gran Cruz de la Orden del Mérito Civil.

Conscientes del inmenso desafío un grupo de empresas constructoras se agruparon para llevar a cabo su construcción en la “Asociación de la Presa de La Serena”, y lograron la adjudicación. 


Desde el inicio del año 1985,  se formó un equipo de trabajo liderado por D. Baltasar Gaspar (q.e.p.d) con mucha experiencia en presas (La Almendra y El Atazar entre otras). El objetivo era comenzar las obras pasada la época de riego y acabar las labores en Diciembre para permitir el almacenamiento del agua necesario para la siguiente campaña. No se llegó a poder excavar la cimentación, pero se realizaron la mitad de las ataguías.



En todas las obras es necesario despejar todos los impedimentos para la ejecución de los trabajos. En este caso, al bajar el nivel del embalse hubo que reubicar los peces; labor para la que no estábamos preparados. Con la colaboración de los organismos de vigilancia de ríos se procedió a la extracción de los peces afectados, y los encargados fueron los pescadores con experiencia en los embalses, ¿furtivos?; que en esta ocasión fueron remunerados por su actividad, clave para evitar el desastre ecológico que podría haber ocurrido. 



La formación de los equipos nos mantuvo ocupados durante el primer año. Atendiendo a porcentajes de participación de las empresas y a las diversas especialidades se confeccionaron los equipos de trabajo, logrando una perfecta compenetración. Quizás es mi recuerdo más agradable: el gerente de las obras y la magnitud del desafío lograron una perfecta armonía que facilitó que los programas de trabajo se cumplieran con gran exactitud.

El trabajo semanal era continuo desde lunes a viernes aprovechando los fines de semana para el mantenimiento de la maquinaria.

Novedad fue la construcción del camino de rodadura en pendiente con un replanteo exquisito  que evitara excesivas tensiones en los cables durante su recorrido. Todo el mundo se sintió orgulloso del resultado final y, como un toro noble, fue indultado al final de las obras evitando su desmantelamiento. Grandes especialistas en presas profetizaron su mal resultado, el equipo de obra incrementó las cautelas en su construcción y pudimos estar orgullosos de haber evitado un camino de rodadura aéreo, práctica habitual hasta entonces.



Recuerdo del espíritu de perfeccionamiento de la agrupación de las empresas fue la utilización de la maquinaria de la última generación del momento; con ella se garantizó la ejecución de la presa en 30 meses. En esta labor se unión el esfuerzo económico de las empresas con la aplicación decidida por la Administración de las posibilidades contempladas en la ley de contratos del estado. 

Otro factor fundamental fue la cuidadosa aplicación de todas las normas sobre seguridad y salud; se implantó un servicio médico a pie de obra con la preceptiva ambulancia, y se realizaron numerosos cursos de información y concienciación. Hubo algún accidente, el más importante la caída del cable tractor del blondín durante su instalación, pero no hubo heridos y la suerte siguió amparándonos logrando que no hubiera accidentes con secuelas en el recinto de las obras de la presa. 

Tanto por parte de la Dirección de Obra como por la constructora, la calidad fue un aspecto que se cuidó con esmero, necesario para controlar las numerosas novedades incluidas en la construcción (fabricación del aglomerante en la obra, refrigeración del árido  grueso para la fabricación del hormigón, eliminación de la junta transversal, etc).

El rio Zújar enseñó sus dientes periódicamente durante la construcción; la primera avenida  amagó con inundar el cuenco durante su excavación, pero fue paliada por la previa duplicación de los canales y el desagüe temporal realizado en la presa del Zújar.

En otras ocasiones, ya con los canales cerrados y el desagüe de fondo operativo, la avenida fue de tal magnitud que pasó por encima de las obras efectuando algunos destrozos. Aun así, el agua se siguió embalsando con el ritmo de ejecución de la presa; un agua que fue necesaria durante los  años de sequía que siguieron a la finalización de su construcción.




En lo que respecta a las compuertas del aliviadero, se ensayó con éxito la colocación de las mismas totalmente terminadas, incluyendo el camino de rodadura; de esta manera se colocaron en una semana desde el puente hasta su ubicación final.


Vertiente gastronómica

Durante el desarrollo de las obras fueron muy numerosas las visitas a las obras. Para agasajarlas desarrollamos una especie de menú autóctono compuesto de:

Entrantes: Ancas de rana / Erizo de tierra / Lagarto (en pocas ocasiones debido a la dificultad de aprovisionamiento) / Embutidos extremeños.

Plato principal: Caldereta extremeña en su variante de cordero lechal.

Vino de pitarra

No se olvidó esta costumbre de potenciar la gastronomía extremeña en la inauguración de la presa por sus Majestades los Reyes de España.

El menú estaba compuesto por:

Jamón de Montanera extremeña/Lomo ibérico
Queso de la Serena/Queso de Ibores/ Aceitunas
Cojodongo del Gañán/Zorongollo/Tortillas Hortelana/Chuletas de Cordero Empanadas
Revueltos de trigueros/Rebozados de Huerta
Adobo de Matanza/Albóndigas de Liebre
Rapápalos con leche
Vinos
Lar de Barros/Blasón del Turra/Canchal de Viena Tinto/Castelar Blanco/Castoreño
Agua de los Riscos

COJONDONGO DEL GAÑAN

Tuvo su origen en la “macarraca”, plato desprovisto de todo artificio, que se tomaba a media mañana en los días calurosos y que se hacía sobre el terreno: bien en el tajo del Gañán, o en hato del pastor, ya que unos y otros llevaban consigo los ingredientes: agua fresca en un barril de barro de Salvatierra, aceite, vinagre, sal y ajo, en aceiteros y saleros de astas de buey y pan, que al ser integral y de trigo duro, se conservaba durante muchos días en costales de lona.

Solo había que majar en el “dornillo” o cuenco de encina el ajo el pan y abundante aceite.  Se le añadía el vinagre, la sal y el agua… y a comer.  A veces se migaban con “sopones”, es decir, con trozos de pan gruesos.

Se acompañaba de algún racimo de uvas o aceitunas. Téngase en cuenta que su misión era refrescar, pero sin llenar en demasía, pues había que continuar la faena.

Más tarde, con la aparición del tomate, se suprimió parte del agua, quedose una pasta clarita a la que se incorporó un abundante picado (nunca majado) de tomates, pimientos y cebolla.

Este es el actual COJONDONGO, que sigue cumpliendo su primitiva función: refrescar.

Pero al llevar un buen aporte vitamínico, se toma sin acompañamiento, más bien como entrada de una comida sería.

ZORONGOLLO

Es un plato refrescante, como el “Cojondongo”, pero que rara vez se come sobre la marcha.

Sus ingredientes básicos son unos buenos pimientos gruesos (rojos, de asar), y unos tomates maduros. 
Unos y otros con mucha carne, puesto que se asaban en el horno familiar aprovechando la cocción del pan, cuando esto se había sacado y quedaba el horno a temperatura fuerte pero sin exceso.  

Así quedaban bien asados, desprendían fácilmente la piel y el jugo en su interior se formaba, era aprovechado  para su posterior aliño.

El tomate algo desecho y el pimiento a tiras, se aliña con el jugo antes dicho, aceite de oliva, buen vinagre y sal.

Se deja 24 horas en maceración.

Puede tomarse como aperitivo, como segundo plato o como plato único.

REPAPALOS CON LECHE.

Se ralla pan de dos días al menos, y se bate con huevos, canela molida y azúcar hasta conseguir una pasta trabadita.

En aceite muy caliente, se coge con una cuchara sopera un poco de pasta y se echa, dejando que se dore. Así hasta acabar con toda la pasta.

Las bolitas se cuecen con leche azucarada al gusto durante 10 minutos.  Se sirve frío.


Fiel a sus orígenes, el río hizo la machada de alcanzar el llenado completo durante  el año 2011 para reconocimiento de todos los ingenieros de la Confederación Hidrográfica del Guadiana que habían participado en su planeamiento, concepción, proyecto, construcción y mantenimiento.

Y así ya lleva durante algunos años, para tranquilidad y garantía de desarrollo de las Vegas del Guadiana.

Antes de acabar con estos recuerdos no quiero dejar de señalar la labor de los ayudantes de la Dirección de obra D. Esteban González y D. Juan José Leal, con los que tuvimos fácil relación -siempre que accediéramos a sus órdenes.

¿Y qué decir de todos mis compañeros de las empresas? No puedo citar a todos, pero en mi memoria tengo todos sus nombres y la confianza de que ostentan el mismo orgullo que el mío por haber contribuido a la plasmación de este proyecto “faraónico".

1 comentario:

  1. Entrañables ambos comentarios querido Rafael. Y definitivo lo del menú "real". E impagable el trabajo de todos los Serenistas en general y el tuyo en especial. Un afectuoso saludo F Guisado

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